domingo, 16 de mayo de 2010

¿CUÁLES SON LOS VERDADEROS RETOS QUE DEBEN ENFRENTAR LOS PAÍSES DEL MEDIO ORIENTE?

La división entre el Medio Oriente y Occidente se ha convertido en el gran asunto de nuestra época. Ha sucedido a la guerra fría como problema estratégico de interés mundial. Los atentados terroristas del 11 de Septiembre de 2001 y la invasión de Irak y Afganistán, así como la cuestión palestina, han creado la sensación de que existe un choque de civilizaciones.


El enfrentamiento entre el mundo de Medio Oriente y Occidente está teniendo enormes costes políticos, económicos y de seguridad en ambos lados. El coste humano es especialmente espantoso en el lado de Oriente. Tanto a Occidente como los del Oriente les interesa acabar con la confrontación, y se debe trabajar en conjunto para conseguirlo.

La atención tan desmesurada que se presta a la relación política de los países de Oriente con Occidente puede hacer que se desvíe la atención de otros problemas sociales y económicos todavía más importantes. El paisaje del Medio Oriente que se extiende desde Marruecos hasta Mindanao es más variado de lo que suelen imaginar los comentaristas occidentales. Existen países pacíficos, con una población acomodada, sana y culta. Por desgracia, son muchos más los países y las regiones que padecen subdesarrollo, pobreza y agitación. 


Aproximadamente 31 de los 57 Estados miembros de la Organización de la Conferencia Islámica figuran entre los países menos desarrollados, entre ellos los que ocupan los cinco últimos lugares de la lista. Los índices de desempleo son el doble de la media mundial, casi la tercera parte de la población es analfabeta y las mujeres sufren muchas desventajas. Este nivel de atraso y carencias económicas contribuye a alimentar todo tipo de males sociales y hace que sea más fácil reclutar terroristas.


El mal gobierno es una característica común a muchas zonas del mundo de Oriente. La opresión política, la violación de los derechos civiles y políticos y la corrupción aquejan a muchos países. También forman parte del paisaje oriental el extremismo y la militancia, debido a factores en gran medida internos, pero también, a veces, externos.


Lo que hace falta es un firme compromiso común de erradicar la pobreza, el analfabetismo y los conflictos en los países del Medio Oriente. Ésas son las auténticas amenazas tanto para el mundo oriental como para el occidental. Si la gente siente que hay oportunidades económicas y determinación, tendrá muchas menos probabilidades de dejarse seducir por los grupos terroristas.


El mundo oriental se enfrenta a numerosos retos y debe abordarlos como es debido. Los  más graves son los retos internos, y a ellos hay que prestar la mayor atención. Los países del Medio Oriente deben hacerse responsables de su propio destino si quieren obtener el respeto necesario que les permita ocupar una posición digna en la comunidad internacional. Mientras no sean económicamente fuertes, políticamente viables y socialmente resistentes, seguirán marginados del resto del mundo, vulnerables a la explotación, la división y la dominación.

El desarrollo, por tanto, debe ser una prioridad absoluta para todas las comunidades y todos los países. No se trata sólo de mejorar los niveles de ingresos, la vivienda y las instalaciones sanitarias. Se trata también de lograr una sociedad educada e informada, un sistema político representativo que otorgue una voz real al pueblo, la desaparición de las peores desigualdades, una administración eficiente y honrada y el compromiso de establecer el imperio de la ley. No puede decirse que un país es desarrollado hasta que en él se consiga hacer respetar los derechos, dotar de poder a las mujeres, proteger a las minorías y erradicar la corrupción.


Occidente puede ayudar a los países del Medio Oriente a alcanzar estos objetivos. Le interesa hacerlo, entre otras cosas, porque es la mejor forma de contrarrestar el extremismo violento y cerrar las divisiones que lo alimentan. Pero además ha llegado la hora de que otros dirigentes mundiales reconozcan que los ciudadanos de los países de Oriente, en su mayoría, comparten sus esperanzas de un mundo próspero y pacífico. Los líderes del Medio Oriente están empezando a asumir la responsabilidad de modernizar sus respectivas sociedades.


Los retos que enfrenta el Medio Oriente están enfocados
hacia los aspectos sociales, políticos, económicos y culturales, 
por lo que es necesaria una oportuna estrategia para superarlos.

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