domingo, 2 de mayo de 2010

EN ORIENTE MEDIO, SE APUESTA AL CABALLO FUERTE
Por Daniel Pipes
Libertad Digital
19 de Febrero de 2010
Original en Inglés: In Mideast, Bet on a Strong Horse
La violencia y la crueldad de los árabes a menudo desconcierta a los occidentales.
El líder de Hezbolá no es el único que proclama "amamos la muerte", también lo hace, por ejemplo, el varón de 24 años de edad que el mes pasado gritaba "Amamos la muerte más que vosotros la vida" mientras estrellaba su automóvil en el Puente Bronx-Whitestone de Nueva York. Mientras los dos padres del crimen de honor de St. Louis asestaban a su hija adolescente trece puñaladas con un cuchillo de carnicero, el padre palestino gritaba: "¡Muere!¡Mueren rápidamente! 'Muere rápido!... ¡Tranquila pequeña! ¡Muere hija mía, muere!"- y la comunidad árabe local los apoyó contra los cargos de asesinato. Un príncipe de Abú Dhabi recientemente torturó a un comerciante de grano a quien acusaba de fraude; a pesar de un vídeo de la atrocidad que apareció en televisión internacionalmente, el príncipe fue absuelto al tiempo que sus acusadores fueron condenados.
A una escala mayor, se cuentan 15.000 ataques terroristas perpetrados desde el 11 de Septiembre. Los gobiernos de todos los países de habla árabe se valen más de la brutalidad que del Estado de Derecho. La campaña por eliminar a Israel persiste al tiempo que se consolidan nuevas insurrecciones; la última de las cuales se ha agravado en el Yemen.
Existen varios intentos excelentes de explicar la patología de la política árabe; mis favoritos incluyen los estudios realizados por David Pryce-Jones y Philip Salzman. Ahora se suma El caballo fuerte: poder, política y el choque árabe de civilizaciones (Doubleday, $ 26), un análisis entretenido pero riguroso e importante realizado por Lee Smith, corresponsal en Medio Oriente del Weekly Standard.
Smith toma como postulado las declaraciones de Osama bin Laden en 2001, "Cuando la gente ve un caballo fuerte y un caballo débil, por naturaleza preferirá el caballo fuerte”. Lo que Smith llama el principio del caballo fuerte se compone de dos elementos banales: hacerse con el poder, y luego conservarlo. Este principio predomina porque la vida pública árabe no tiene "ningún mecanismo de transición pacífica de la autoridad o el reparto del poder, y por tanto entiende el desencuentro político como una lucha a muerte entre los caballos fuertes". La violencia, observa Smith, es "capital en la política, la sociedad y la cultura del Oriente Medio de lengua árabe". También, más sutilmente, implica no perder de vista el caballo fuerte siguiente, triangulando y subiendo las apuestas.
Smith argumenta que el principio del caballo más fuerte, y no el imperialismo occidental o el sionismo, "es lo que ha determinado el carácter fundamental del Oriente Medio árabe parlante". La religión islámica encaja en el modelo arcaico de asertividad del más fuerte y al mismo tiempo luego la promulga. Mahoma, el profeta del Islam, era un hombre fuerte, y en la misma medida una figura religiosa. Los musulmanes sunitas han gobernado durante siglos "por la violencia, la represión y la coacción". La célebre teoría de Ibn Jaldun acerca de la historia equivale a un ciclo de violencia en la que los caballos fuertes reemplazan a los débiles. La humillación cotidiana de los dhimmi recuerda a los no musulmanes quién manda.

El líder libanés Walid Jumblatt insinúa atentados estadounidenses en Damasco.
El prisma de Smith ofrece un ángulo nuevo de la historia moderna de Oriente Medio. Presenta el nacionalismo panárabe como un esfuerzo por transformar los potros de los estados nacionales en un solo súper-caballo y el islamismo como un esfuerzo por volver a hacer poderosos a los musulmanes. Israel hace las veces de "caballo fuerte a distancia" tanto de Estados Unidos como del bloque egipcio-saudí en la rivalidad estilo guerra fría de este último con el bloque de Irán. En un entorno de caballos fuertes, las milicias guardan más atractivo que las elecciones. A falta de un caballo fuerte, los árabes liberales hacen escasos progresos. Que Estados Unidos sea el estado no árabe y no musulmán más poderoso hace el antiamericanismo inevitable y endémico de un golpe.
Lo que nos lleva a las políticas de los actores no árabes: a menos que sean contundentes y muestren cierta voluntad de permanencia, señala Smith, pierden. Ser amable - digamos, retirarse unilateralmente del sur del Líbano y de Gaza - conduce al fracaso inevitable. La administración de George W. Bush, con razón, puso en marcha un proyecto de democratización aumentando las esperanzas, pero luego traicionó a los liberales árabes incumpliendo lo pactado. En Irak, el gobierno ignoró el consejo de instaurar a un hombre fuerte de mentalidad democrática.
En términos más generales, cuando el gobierno estadounidense retrocede, los demás (por ejemplo, los dirigentes iraníes) tienen oportunidad de "hacer sentir su jerarquía en la región". Walid Jumblatt, líder libanés, sugirió medio en serio que Washington "envía coches bomba a Damasco" para trasladar su mensaje y manifestar su comprensión de las formas árabes.
El principio casi universal y simple de Smith proporciona una herramienta para comprender el culto de los árabes a la muerte, los crímenes de honor, los ataques terroristas, el despotismo, la guerra, y mucho más. Él reconoce que el principio del caballo fuerte puede parecer a los occidentales inefablemente crudo, pero insiste correctamente en que al tratarse de la fría realidad, los extranjeros deben reconocerla, tenerla en cuenta, y responder.

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